Volumen 15, Número 317, agosto 10 de 2015
 


Nueva bomba atómica B61-12



El acervo de cargas nucleares en manos de las selectas potencias asciende a 16 mil 400. Desde 1945 a la fecha se han realizado 2 mil 53 explosiones nucleares, 528 de estas han sido en la atmósfera. En el preludio del 70 aniversario de los bombardeos nucleares a Hiroshima y Nagasaki, el gobierno norteamericano hizo detonar en Nevada, en primer ensayo sin ojiva nuclear, a la bomba B61-12 que sustituirá a las anteriores. La carrera nuclear continúa con daños físicos, orgánicos y mentales.


Bárbaro poder destructor de la bomba nuclear


Barbarie nuclear

La utilización de armas nucleares contra poblaciones indefensas es el mayor crimen, por cruel y bárbaro, para los organismos vivos.

Los usos militares de la energía nuclear han sido un estigma para esta, aún con propósitos civiles. De hecho, la nucleoelectricidad también tiene implicaciones militares, sirve para producir energía eléctrica pero los efectos a la salud de los trabajadores y poblaciones es insoslayable, no solo en casos de accidente sino en la operación normal.

Actualmente, según datos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), hay 438 reactores nucleares de potencia en operación, con una capacidad instalada de 379 mil 055 MW. El país que mayor número de reactores posee es Estados Unidos con 99 y una potencia de 98 mil 708 MW. Le sigue Francia con 58 reactores y 63 mil 130 MW. Después, estaría Japón que en 2011 colapsó debido a los accidentes severos en Fukushima. Su lugar pasó a ser ocupado por Rusia con 34 reactores y 24 mil 654 MW.

En cuanto a accidentes nucleares graves están: Three Mile Island (Estados Unidos, 1979), Chernobyl (Ucrania, 1986) y Fukushima (Japón, 2011). En los dos últimos casos, se trató de accidentes nucleares severos con fusión (meltdown) del núcleo (core) de combustibles nucleares.

En todos los casos, los daños fueron significativos. En la operación normal también hay problemas. Sin embargo, persiste la acriticidad obrera y domina el discurso de las transnacionales.

La situación extrema está representada por los usos militares, con la producción, uso y almacenamiento de bombas de distintos tipos y diseños (nuclear, atómica, de neutrones, gamma y otras). Las potencias nucleares se han negado sistemáticamente a destruir sus arsenales nucleares. Por el contrario, siguen promoviendo y probando nuevos modelos.

La bomba B61-12

"El gobierno de Estados Unidos realizó el primer ensayo de su nueva bomba atómica B61-12, la cual fue lanzada sin ojiva sobre el polígono de Tonopah, en Nevada, según informó la Administración Nacional de Seguridad Nuclear (NNSA) (en Cubadebate, 10 julio 2015).

"La prueba tuvo lugar el 1 de julio pasado y fue considerada exitosa.

"La NNSA y la Fuerza Aérea estadounidenses tienen previsto realizar dos pruebas más para terminar de perfeccionar la munición.

"B61-12 es la duodécima versión de la bomba B61 que empezó a fabricarse en los años 1960.

"La producción de la bomba modernizada debe comenzar de aquí a 2020.

"Posteriormente B61-12 sustituirá las bombas de las versiones anteriores: B61-3, B61-4, B61-7 y B61-10".

(Tomado de Sputnik).

La carrera nuclear

El conocimiento científico orientado a la destrucción de la humanidad incluye armas nucleares, químicas y bacteriológicas, así como, la guerra ambiental inducida.

Son ya 70 años del horror en Japón durante la II Guerra Mundial que cobró decenas de miles de víctimas. Hoy, la capacidad nuclear destructiva es ampliamente mayor.

"Los días 6 y 9 de agosto Hiroshima y Nagasaki fueron arrasadas por sendas bombas nucleares.

"Desde la primera detonación nuclear en Nuevo México, el 16 de julio de 1945, hasta el día de hoy se han realizado 2 mil 53 explosiones nucleares. Una bomba atómica ha sido detonada cada 12 días durante 70 años. Muchas de las pruebas (528) se hicieron en la atmósfera y algunas diseminaron material radiactivo por todo el planeta (Nadal A., en La Jornada, 5 agosto 2015).

"Hoy existen 4 mil 120 cargas nucleares estratégicas en los arsenales de ocho países. Están listas para usarse en cuestión de minutos. El acervo completo de cargas nucleares (en reserva militar y en distintos sistemas de almacenamiento) alcanza unas 16 mil 400".

Efectos de las radiaciones nucleares

Precisamente, a partir de los estudios epidemiológicos realizados con los sobrevivientes de Hiroshima y Nagasaki, se han obtenido numerosos e importantes conocimientos sobre los efectos biológicos, somáticos y genéticos, de las radiaciones nucleares. Todos los efectos son muy dramáticos, especialmente, los segundos que pueden afectar a la generación presente y/o a las siguientes.

En este 70 aniversario de la barbarie, Jalife-Rahme se refirió a un aspecto poco considerado pero muy cruel, es decir, los efectos mentales.

Jalife hizo referencia a lo publicado por la revista médica The Lancet en reciente edición. Destacan los cinco accidentes nucleares graves y severos ocurridos de 1960 a la fecha, siendo Fukushima el más reciente.

"En forma inédita, los investigadores, todos japoneses, encontraron que los efectos de daño mental eran más profundos, en comparación con el número de enfermedades físicas y muertes (Jalife-Rahme A., en La Jornada, 5 agosto 2015).

"Hoy, por desgracia, los médicos, a quienes se les olvidó el juramento de Hipócrates y totalmente subyugados por esquemas de vulgares seguros médicos, desdeñan la misma salud mental pública.

"En el Foro Chernobyl de la ONU, en 2006, se reportó que el tema de salud pública más grave fue el daño a la salud mental, cuyo efecto empeoró debido a la pobre comunicación (sic) sobre los riesgos de salud de los niveles reportados de radiación.

"Lo mismo sucedió en post Fukushima –a cuyo cataclismo no faltan misántropos apologistas, con máscara seudocientífica, por estar muy bien lubricados por el lobby nuclear–: la proporción de adultos con estrés sicológico es casi cinco veces mayor entre los evacuados: 14.6 por ciento en comparación con el 3 por ciento de la población general

Según Koichi Tanigawa, aunque la dosis de radiación de Fukushima en el público fue relativamente baja, con pocos efectos físicos de salud discernibles, los problemas sicológicos y sociales provenientes de las diferencias en los riesgos de percepción han tenido un impacto devastador en la vida de las personas.

"Otros investigadores abordan los desafíos a la salud enfrentados por poblaciones expuestas a la radiación de los desastres provocados por humanos (¡supersic!) y señalan el impacto a largo plazo de la exposición a las radiaciones tanto en el binomio Hiroshima/Nagasaki (1945) como en Chernobyl (1986).

"Se desprende que a largo plazo, 65 años más tarde, desde 1950 (cinco años después de los bombardeos de Estados Unidos) hasta 2015, se detecta en Hiroshima, entre los 94 mil sobrevivientes, un incremento del cáncer de tiroides, mientras que en un menor plazo, en Chernobyl, desde 1986 hasta los hallazgos de 2006 (20 años), el mayor daño era infligido a la salud mental.

"Después de Chernobyl aumentó el riesgo de cáncer de tiroides en los niños, en especial en las exposiciones internas derivadas del consumo de alimento radiactivo. Se ignora hasta la fecha los efectos de las dosis menores".

¿Y, la nucleoelectricidad?

Las transnacionales la presentan como el máximo logro tecnológico. Lo hacen por razones mercantiles. Los apologistas con máscara, incluyendo investigadores (universitarios y otros), se limitan a repetir el discurso empresarial. Los trabajadores carecen de una posición clasista y se dedican a defender los intereses gremiales y de las empresas. Es la peor enajenación. La excepción es el FTE, mismo que conoce el fenómeno, teórica y prácticamente, pero no comparte sino rechaza la falsedad de la conciencia burguesa, en este caso, en materia nuclear de potencia.

Las bondades de la energía nuclear de potencia son BORROSAS, tanto en caso de accidente como en la operación normal. Las consecuencias siguen siendo las debidas a los efectos somáticos (determinísticos) o genéticos (estocásticos) de las radiaciones nucleares. A estos el FTE se ha referido con relación a los accidentes de Fukushima. Los efectos se presentan generalmente con dosis de radiación que rebasan los límites internacionales pero, a bajas dosis, no se pueden despreciar porque de presentarse su severidad es mayor.

En cuanto a los efectos mentales, el daño también ocurre aún en instalaciones nucleares civiles y en operación normal.

Cuando algún trabajador se irradia o contamina (sea externa o internamente), la radiación "se sube a la cabeza", el comportamiento se altera, se produce stress nuclear y afectaciones a la dinámica vital. Por supuesto, estos efectos JAMAS se toman en cuenta y NO EXISTEN médicos que los traten. Las empresas prefieren el despido ipso facto, sin ningún derecho a nada.

La situación es desesperante. Por ejemplo, cuando un trabajador dentro de la central recibe el impacto de una "partícula caliente", desprendida como consecuencia de la corrosión generalizada de los materiales de construcción, la cual viaja a altas velocidades y se impacta en cualquier parte del organismo, la desesperación del trabajador es lo primero que ocurre, quisieran literalmente arrancársela. Lo peor es que los técnicos desconocen cómo eliminar el daño.

Otro ejemplo. Cuando los trabajadores de las radiografías industriales se irradian (externamente), lo cual es muy común por los contratistas, los trabajadores salen de la central como zombies, con un comportamiento trastornado debido a la pérdida de voluntad y conciencia. Cuando la contaminación es interna (pulmón, hueso, etc.) la situación es peor. Lo mismo cuando se han recibido altas dosis de radiación.

No son los únicos ejemplos. ¿Por qué ocurren? Evidentemente, porque el uso de la potencia nuclear representa riesgos. Eso pasa en todas las actividades industriales, dicen los acríticos. Sí, pero en el caso nuclear NO existe la medicina del trabajo nuclear y las normas ni siquiera se respetan por las empresas y gobiernos. Por si fuera poco, los trabajadores ignoran todo, ni siquiera tienen el derecho a la información dosimétrica y médica, ni a la salud y menos a la huelga. Todo el ambiente laboral se mueve en un nivel fragmentado, apenas de asalariados, nunca de productores y, menos, conscientes.


Ref.: 2015, elektron 15 (216) 1-3, 6 agosto 2015, FTE de México.








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