Volumen 15, Número 316, julio 26 de 2015
 


¡Viva la Tendencia Democrática!



Son ya 39 años de la represión político-militar del Estado contra los electricistas de la Tendencia Democrática del SUTERM. Las consecuencias se muestran con crudeza. Hoy la desnacionalización de la industria eléctrica y su privatización son indignantes. Nuestras banderas siguen vigentes y se expresan nuevamente en la lucha por la Nacionalización eléctrica y la Política Energética Independiente.


Cartel de la Tendencia Democrática del SUTERM, 1976. FOTO: Tígre


Huelga eléctrica nacional

Todos estábamos decididos. Las votaciones en las asambleas habían sido tomadas con consenso unánime. En el Centro Nuclear de Salazar se discutió con intensidad, valorando la táctica previa de Galván e indicando que, al estallar la huelga, era preciso que fuera acompañada con la movilización en las calles de todo el pueblo. Se dijo que la huelga era un hecho político que rebasaba nuestras fuerzas actuales. Todos apoyaron que la huelga estallara el 16 de julio, a las 18 hrs. Se procedió a elegir al comité de huelga y david bahen obtuvo el mayor número de votos. Todos cantamos ¡Venceremos!

La propuesta de huelga eléctrica nacional la habíamos propuesto los electricistas del STERM, desde el movimiento de 1971-72. Estábamos preparados y el Estado también.

En el curso de la noche del 15 y madrugada del 16 de julio de 1976, 400 mil esquiroles apoyados por 20 mil soldados irrumpieron en todas las instalaciones eléctricas y nucleares del país. La huelga fue impedida y quedó para mejor ocasión, dijimos en el boletín de prensa emitido ese día.

Luego, el movimiento fue quebrado internamente, los secretarios generales de las principales secciones (Guadalajara y Puebla) traicionaron a la Tendencia y reconocieron a los charros, en una sucia maniobra del gobierno operada personalmente por el secretario general del SME. El golpe impactó seria y adversamente a nuestro movimiento.

El 16 de julio, los disturbios eléctricos se sucedieron por el país. La presencia de los electricistas democráticos estaba, principalmente, en las centras de generación, en la transmisión y distribución eléctrica, en casi todo el país, excepto la capital, aquí estaba el SME que nos negó la solidaridad. Tras cuatro y seis semanas fuera de los centros de trabajo se negoció el regreso.

Los electricistas y nucleares volvimos al trabajo en condiciones humillantes. Pronto se iniciaría el cambio de toda la plantilla a nivel nacional, algunos fuimos despedidos desde el principio.

Estábamos preparados para todo y, cuando decimos todo, es todo. Muy cerca estuvo el enfrentamiento, que pudo haber terminado en masacre. No ocurrió, los electricistas democráticos procedimos con altura política. La resistencia de los eventuales continuó hasta que el Campamento de la Dignidad Obrera, instalado en la esquina de Los Pinos, fue violentamente desalojado. La indignación fue muy fuerte y se plantearon diversas opciones algunas radicalizadas, otras, más políticas.

En tan desfavorable contexto, el gobierno en turno decidió privatizar al Uranio. Nos opusimos, nos movilizamos y triunfamos. Así como habíamos logrado la primera Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica (LSPEE) en 1975, para afirmar la nacionalización de 1960, también logramos, con nuestra coautoría, la primera Ley Nuclear en 1979 e IMPEDIMOS la privatización del Uranio.

No obstante, la situación con la Tendencia se había vuelto muy difícil y se decidió su disolución. Los conflictos gremiales internos en la dirección nacional terminaron en descomposición. Antes, las decisiones las habían violentado los provocadores precipitando el enfrentamiento con el Estado.

Aportaciones programáticas

Nada de lo anterior lo queríamos pero la mayoría no era conciente de la situación, pesaban mucho los intereses gremiales inmediatos, en contradicción inducida con objetivos mayores.

Enseguida hicimos un balance político. La Tendencia, sin siquiera ser el sindicato, había tenido grandes logros, desde haber propuesto y obtenido (a través de la FNTICE, luego STERM) la Nacionalización eléctrica, la contratación colectiva de trabajo a partir de 70 contratos previos, la unidad sindical de los anteriores 35 sindicatos locales, existiendo al momento solo 2 (SUTERM y SME), la integración de la industria eléctrica nacionalizada que logramos en 1975-76. Lo más importante: las aportaciones programáticas expresadas en la Declaración de Guadalajara.

Los electricistas de la Tendencia Democrática fuimos los más consecuentes en la lucha contra el charrismo, degeneración sindical que constituye la parte medular de la estrategia política del imperialismo contra la clase obrera de México. Incluso, expulsamos del país a la ORIT, brazo de la CIOSL (ahora CIS), central sindical del imperio.

Pero no pudimos triunfar, nuestras fuerzas no fueron suficientes. Mucho fue lo que hizo la Tendencia, al jugar el papel de partido político sin serlo. Al interior sabíamos que el partido era necesario e hicimos esfuerzos prácticos que prosperaron parcialmente. La política estaba clara, no así la consistencia política. También fuimos infiltrados, algunos se desviaron, cayeron en la desesperación inducida y fueron partícipes de la provocación.

Nos faltó, también, hacer cristalizar las alianzas. Estábamos en un importante sector de la producción pero no tuvimos suficientes aliados. Muchos sindicatos y organizaciones sociales locales nos apoyaron con alta dignidad. Pero, los grandes sindicatos industriales no lo hicieron. Los telefonistas, de Hernández Juárez) nos negaron el apoyo, lo mismo los electricistas del SME. Los estudiantes, menos los de las Prepas Populares Tacuba y Fresno, apenas nos declararon el "apoyo crítico". Las excepciones fueron la Alianza Nacional de Cañeros (CNC), el STEUNAM y SPAUNAM; luego STUNAM, y algunos más, como la primera CIOAC, la de Danzón Palomino.

Los electricistas de la Tendencia Democrática nos habíamos forjado en la lucha. Habían sido los nacionalizadores, fuimos los integradores de la industria, muchos cuadros sindicales formados, algunos muy jóvenes. Pero la conciencia sindical y la política no son lo mismo, las desigualdades fueron notorias. No debe haber contradicción entre los intereses inmediatos y los históricos, pero en la práctica ocurre. La conciencia de clase rebasa el ámbito sindical, es la comprensión del ser y deber ser del proletariado como clase. Al interior habíamos algunos marxistas pero la mayoría no lo era, por lo mismo, pocos estábamos organizados políticamente.

Hoy, el partido sigue siendo necesario y no es tarea sencilla. Falta también reorganizar al movimiento obrero, políticamente inexistente e, igualmente, al Frente Antimperialista de México. Esto es más urgente en la medida en que hay grandes retrocesos históricos y políticos en el país. La industria energética ya está desnacionalizada y en privatización acelerada, el charrismo sindical sigue intacto, lo mismo la corrupción, el crimen y la impunidad.

No basta decirse dirección política. Galván y algunos más cumplieron correctamente, otros no. En la responsabilidad hay niveles, también individualidades que confunden la representación, con el liderazgo y con la dirección, y no solo hacen un mal papel sino que afectan al movimiento.

En la lucha de clases no es correcto plantearse una táctica basada en decisiones rápidas, porque eso no ocurre ni es favorable. El movimiento debe extenderse, lo habíamos hecho; pero, también, necesita consolidarse, y no lo habíamos logrado. Por lo demás, la dinámica concreta debe ser variada y diversificada. La huelga NUNCA debe considerarse como un fetiche, esto es, no basta invocarla para que triunfe. Se requieren procedimientos precisos pero ni siquiera las formas son bastante, lo fundamental son las condiciones políticas, basadas en un amplio consenso social. En el enfrentamiento con el Estado nada debe improvisarse ni obviarse.

Aprender de nuestra propia experiencia, desarrollar la conciencia de clase, construir la organización política, obrera y social, proceder con alta responsabilidad política, no es fácil pero es crucial. No hacerlo se vuelve una fuente interminable de derrotas. Son más de 100 años y se siguen repitiendo nefastas prácticas.

No todo está perdido. En estos momentos, los maestros de la CNTE llevan acabo un amplio movimiento magisterial y el Estado los tiende a enfrentar mediante diversas formas represivas. Las enseñanzas de la Tendencia Democrática ahí están y debieran comprenderse.

En la primera parte del siglo XX, Ricardo Flores Magón y el Partido Liberal Mexicano fueron la expresión más alta de la clase, en la segunda mitad fuimos los electricistas de la Tendencia Democrática. En el siglo XXI, el FTE se honra enarbolando las mismas banderas, con independencia de clase expresada en el Programa obrero, la Política Energética Independiente, el proyecto de Re-nacionalización energética y su política socialista e internacionalista.

De la Tendencia, muchos ya no están con nosotros, otros abandonaron la lucha, activos quedamos muy pocos. Las generaciones actuales incumplen sus elementales deberes de clase, arrulladas en los brazos del charrismo sindical. Por lo mismo, se han perdido muchas conquistas.

Pero la Tendencia Democrática seguirá existiendo, en el interior del movimiento, hasta terminar con el charrismo sindical. Hoy, como ayer, nuestra conciencia es una llama y nuestro corazón un tambor de combate. ¡Venceremos!

¡Este puño sí se ve!


Ref.: 2015, elektron 15 (196) 1-4, 16 julio 2015, FTE de México.


Marcha-mitin de la Tendencia Democrática, Guadalajara, 5 abril 1975.
FOTO: Tígre


¡Huelga! Asamblea en el Centro Nuclear de Salazar, 12 julio 1976.
FOTO: Tígre


¡No, a la privatización del Uranio!, mitin, Cámara de Diputados, 1978.
FOTO: Tígre






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