Volumen 15, Número 308, mayo 1 de 2015
 


Espontaneidad y conciencia obrera



Manifiesto del FTE de México con motivo del 1º de Mayo de 2012.


Este Primero de mayo se lleva a cabo en México, 99 años después de la primera ocasión (1913) cuando se realizaron varios actos en la capital e interior del país. Esta jornada de lucha se caracteriza por la presencia de las masas si bien su contenido político es muy disímbolo e inferior a la respuesta obrera que se necesitaría para enfrentar a la crisis del capitalismo.

Como en otras ocasiones, miles de trabajadores saldremos a la calle en multitud de ciudades, junto a los millones que estarán presentes en prácticamente todo el mundo. Hoy los trabajadores seguimos padeciendo los embates del neoliberalismo. En casi todas partes se aplican severas medidas regresivas que atentan contra históricas conquistas laborales y sociales. En Grecia, los organismos financieros del imperialismo y gobiernos han llegado, incluso, a reducir el salario, las pensiones y jubilaciones.

Las penurias alcanzan a todos los continentes y la respuesta obrera es diversa, desarticulada, espontánea y con deficiencias políticas. Si bien existen organizaciones sindicales que luchan, el conjunto de nuestro movimiento sigue desestructurado, con una identidad de clase desfigurada y una ideología desigualmente definida.

Pero si bien la respuesta obrera ante el capital es desigual y fragmentada, las demostraciones obreras en el mundo, incluyendo a los propios Estados Unidos, siguen confirmando que la lucha de clases existe y es actual, a pesar de los múltiples intentos por oscurecerla e, incluso, negarla.

Las masas aún en difíciles circunstancias, sometidas por las cúpulas burocráticas, están presentes cada Primero de Mayo. En algunas partes, la movilización trasciende a este día y, aún con la oposición de las cúpulas, los trabajadores salen a las calles y protestan. Pero, en su mayor parte la acción sigue siendo defensiva.

Pero la presencia de las masas tiene un importante valor, sin idealizarla. Los movimientos de resistencia, obreros y de otros sectores sociales, no son despreciables. Sin embargo, es pertinente analizar sus perspectivas para cubrir los aspectos que hacen falta a efecto de avanzar.

Los hombres hacen su historia guiados por la pasión y la reflexión, escribió Marx. Es decir, las luchas tienen elementos espontáneos de las masas que se presentan por necesidad pues no es posible esperar a que las vanguardias se organicen. También escribió Marx que los obreros a veces triunfan pero su triunfo es efímero, el verdadero triunfo reside en la extensión y consolidación del movimiento. Este se ha extendido por todos los rincones del planeta pero su consolidación sigue pendiente, enfrentando muchas vicisitudes y problemas.

Algunos analistas consideran que lo importante es la multitud y terminan por rendirle culto; otros le rinden culto al espontaneísmo; otros más, incluso, niegan y/o rechazan el papel del proletariado en nuestra época.

En algunos aspectos podrían tener razón porque en la práctica las masas están en movimiento, muchas veces mediante acciones espontáneas y, generalmente, sin la presencia obrera. Los sindicatos se han debilitado intrínsecamente al abandonar sus deberes de clase; en algunos casos, sin dinámica social.

Este Primero de Mayo conviene reflexionar en la importancia de las masas, sin quedarse en la idealización. Las masas obreras, conformadas por sujetos que se baten contra el capital en el interior de los centros de trabajo, cuentan y mucho pero es preciso considerar otros elementos. La masa informe, así sea una multitud, enfrenta problemas que no se pueden resolver con la improvisación.

Para ser verdaderos sujetos hacedores de la historia es preciso contar con el elemento conciente. De otra manera el movimiento está incompleto y enfrenta con mayores dificultades a su contrario histórico: el capital y su Estado.

Para Marx y Gramsci, el número es el primer elemento de victoria, al cual le otorga una importancia destacada. Pero, Marx mismo indica contundentemente que, el número por sí solo no cuenta si no está unido por la organización y guiado por el saber. Es decir, la unidad no es una abstracción ni un fin, es un medio para lograr objetivos precisos a diversos plazos y requiere expresarse orgánicamente. La organización adecuada es fundamental pero, Marx dice que debe ser guiada por el saber. Esta sería la dirección política, que no es sinónimo de representación personal, sino el accionar colectivo basado en un programa, que indique las referencias y banderas a enarbolar para las transiciones.

Lo anterior no es tarea solamente de las vanguardias, mismas que siguen siendo necesarias en tanto son la expresión política organizada con mayores niveles de conciencia. Pero la acción de las vanguardias palidece si las ideas y propuestas no arraigan en la conciencia de las masas. De allí la importancia del elemento conciente pues sin conciencia de clase, los trabajadores y otros sectores podrán ser sujetos pero no necesariamente autodesarrollados, y su papel se torna limitado.

Con o sin vanguardia, sin embargo, el movimiento no tiene la garantía del triunfo pues debe considerarse también la relación política de fuerzas que, generalmente ha sido adversa y lo sigue siendo, precisamente, porque la generalidad de nuestro movimiento transita en procesos inconcientes, a veces inmediatistas y sin dirección política correcta. Estas carencias datan de hace muchos años y no obstante algunos intentos para superar las deficiencias, los esfuerzos son aún limitados a todos los niveles. En general, puede decirse que a nivel mundial lo que existe es un proletariado sin cabeza.

Las consecuencias de la crisis capitalista las resentimos todos y ya debiera ser momento de actuar unificadamente, abordando los problemas de conjunto a nivel nacional e internacional. Esto supone el trabajo serio en las bases, donde el accionar de las vanguardias cobra importancia para potenciar a las masas, sin que nadie enseñe a nadie ni nadie se enseñe solo, sino que aprendamos y elevemos nuestros niveles de conciencia en interrelación dialéctica y en la lucha concreta.

En México necesitamos, como el oxígeno para la vida, de la reorganización democrática del movimiento obrero, el ejercicio de la democracia obrera y el rescate de la independencia de clase. Esta no es tarea de unos cuantos sino de todos; tampoco se logra por decreto ni con buenos deseos, sino una con práctica política consistente y consecuente.

Este Primero de Mayo, el FTE llama a los trabajadores concientes a discutir la política, interrelacionando la acción de masas con la de las vanguardias que, a pesar de todo, siguen luchando incansables.

¡Proletarios del mundo, Uníos! Tozepan Titataniske (Unidos Venceremos).

Frente de Trabajadores de la Energía,
de México





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