Volumen 14, Número 289, julio 13 de 2014
 


Repsol, fracaso para Pemex



Después de casi tres décadas el gobierno mexicano se dio cuenta que la alianza con Repsol era un fracaso. Mientras, la posicionó en México con la privatización furtiva del gas natural en 8 de las 14 regiones geográficas de distribución. El primer Contrato de Servicios Múltiples para la explotación de gas seco en la cuenca de Burgos fue otorgado a la transnacional española. El contrato se terminó 10 años antes sin haber logrado la producción prevista. El gas que se necesita en México se importa, precisamente, a través de Repsol. En 2011, el gobierno destinó 1,700 millones de dólares (mdd) y en 35 años obtuvo solo 900 mdd. (FTE).


México SA

Pemex vs Repsol.
Pierden charros.
Ganan gánsteres.

Por C. Fernández-Vega.
Artículo tomado de La Jornada, 5 junio 2014.


La tragicómica aventura de charros mexicanos contra gánsteres españoles terminó peor que las películas de Juan Orol: con pérdidas para los primeros y mieles para los segundos, encabezados por el vampiro Antonio Brufau, quien se quedó con el control absoluto de la trasnacional Repsol, a la que Pemex le dio todo y no recibió nada a cambio. De cualquier suerte, este asunto fue productivo para la parte nacional, pues los responsables de la paraestatal sólo tardaron 35 años (Emilio Lozoya dixit) en darse cuenta de que el consorcio español era mal negocio, que no cumplía los acuerdos y que su mandamás era digno de un papel estelar en El Padrino.

La prensa española especializada en cuestiones económico-financieras lo resumió así: “Petróleos Mexicanos tiró la toalla en Repsol y le dio a Brufau el control absoluto”, no sin antes recordar la advertencia que el propio capo de la trasnacional gachupina lanzó el pasado 31 de marzo en plena junta de accionistas del corporativo celebrada en Madrid: “Pemex, su presencia y su actitud en el consejo de administración, es una piedra en el zapato de la empresa, que se soluciona sacándose el zapato”. Y se lo sacó.

La gota que derramó el vaso en esta tragicómica aventura de Pemex en Repsol fue la oscura decisión de Juan José Suárez Coppel (entonces director calderonista) de incrementar la participación accionaria de la paraestatal en la trasnacional española –una petrolera sin petróleo propio; todo lo succiona de terceras naciones–, sin autorización del consejo de administración de Petróleos Mexicanos, para lo cual lo endeudó con mil 700 millones de dólares adicionales en agosto de 2011. Fue tan exitoso el operativo de dicho personaje, que en apenas dos meses lo corrieron del consejo de administración de Repsol, que pretendía controlar asociado con otro gánster gachupín, Luis del Rivero, por esas fechas presidente del consorcio Sacyr Vallehermoso. Por cierto, ahora Suárez Coppel trabaja para la trasnacional Jacobs Engineering Group.

Vale recordar que en septiembre de 2011 en este espacio publicamos que muy preocupados andaban los súbditos “socialistas” del rey Juan Carlos porque, con la participación de Pemex, la trasnacional Repsol “corre el riesgo, según dicen, de perder la españolidad. Ese consorcio, una empresa del Estado español en su origen fue privatizada a partir de 1989 y tiene metida la mano hasta el fondo, literalmente, en una treintena de países que cuentan con reservas de hidrocarburos, y cuando la metió nada le importó que esas naciones perdieran el control de sus recursos naturales, mediante generoso obsequio de los gobiernos locales. Pero de qué se quejan los súbditos, si el capital español en México, con la alegre participación de cinco gerentes de Los Pinos, ha desmexicanizado (valga el término) a favor del capital español buena parte del sistema financiero, la energía eléctrica, el gas natural, la industria de la construcción, el turismo, las telecomunicaciones, el transporte, la industria editorial, el comercio, las manufacturas y mucho más. ¿Verdad que no es lo mismo colonizar que ser colonizado?”

Pero bueno, retomando el asunto, a cambio de nada (tal vez una que otra “compensación” para funcionarios mexicanos), Repsol sentó sus reales en México y, gracias a la generosidad de gobiernos como el zedillista y foxista, entre otros, se quedó con enormes filones a costillas de los bienes nacionales. Por ejemplo, el primero le dio pleno acceso al jugoso negocio del gas natural, y de las 14 zonas de distribución en las que la Comisión Reguladora de Energía repartió el pastel, ocho quedaron en manos de la citada trasnacional, por medio de su empresa Gas Natural México, la misma que trae apergollada a su clientela por los crecientes cobros que practica.

El de las ideas cortas y la lengua larga (quien anteayer plácidamente tomaba café y se dejaba fotografiar en el restaurante La Buena Fe, en San Angel) fue aún más descarado y a Repsol le firmó el “contrato de servicios múltiples” más generoso en la cuenca gasífera de Burgos, es decir, el correspondiente al Bloque Reynosa-Monterrey. El 16 de octubre de 2003 quedó listo el negocio que inició en los primeros días de 2004, mediante “compromiso de inversión de 2 mil 437 millones de dólares a 20 años”. Dos largas décadas de inversión y altísima producción, prometieron las partes.

Y en promesa se quedó, porque en su más reciente informe Repsol da cuenta a sus accionistas de que “el contrato de servicios con Pemex finalizó el 8 de enero de 2014 y se procedió a la entrega de las instalaciones. El contrato se adjudicó en 2003 en la primera licitación internacional convocada por la empresa nacional mexicana para participar en actividades de desarrollo y producción de campos de gas en el país. Repsol inició esta operación en marzo de 2004”. Para Repsol, entonces, los 20 años terminaron en 2014 y no en 2024 como acordó con el gobierno de Fox. Y el tiempo que allí se quedó llegó a tener apenas 40 pozos en producción, aunque “por indicaciones de Pemex los trabajos durante 2013 se centraron básicamente en servicios de mantenimiento”. ¿Y el gas que produciría? Se importa de forma creciente.

El anterior es un rapidísimo paseo por Repsol y su negocio mexicano, pero el director general de Pemex, Emilio Lozoya, por fin se dio cuenta de que “después de 35 años en Petronor y Repsol” la paraestatal que ahora encabeza apenas “reporta una plusvalía de más de 900 millones de dólares” con la trasnacional, o lo que es lo mismo una miserable ganancia de 25.7 millones por año (la aventura de Suárez Coppel costó mil 700 millones de dólares, todos de endeudamiento).

¿Por qué Pemex vende la mayor parte de sus acciones en Repsol? Lozoya lo explicó así: “la decisión de desinvertir en Repsol obedece a la baja rentabilidad de las acciones obtenida por la actual administración frente a otras petroleras, a nuestras diferencias con sus prácticas de gobierno corporativo y a que no se materializaron los beneficios mutuos que Petróleos Mexicanos esperaba de la alianza industrial firmada con Repsol hace más de dos años”. Además, “ni México ni Pemex forman parte del plan de negocios de Repsol presentado en la última junta de accionistas (cuando Brufau advirtió sobre la piedra en el zapato). Ello evidencia su falta de interés en los fundamentos sobre las cuales se formó esta alianza”.

En fin. Una muestra sobre cómo hacen negocios en el sector público.


Ref: 2014, elektron 14 (211) 1-2, 21 junio 2014, FTE de México.





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